martes, 13 de noviembre de 2012

Delirios de un aprendiz de escritor II - Héroes que maduran

A medida que una persona persigue sus metas, va dándose cuenta de que ella misma va cambiando. Al contrario de lo que dicen los médicos, no dejamos de crecer. Que aparezcan las primeras ojeras es crecer. El pelo cayendo a causa del tiempo es síntoma de crecer. Las arrugas dan seriedad a la expresión facial. Todas las experiencias dan sentido a lo que somos hoy en día. Y claro... Uno no puede evitar mirar al pasado, y comparar lo que había antes frente a lo que hay en el espejo ahora. Aquellos que practican el arte de escribir a lo largo de su vida lo saben muy bien.

Los héroes, ay de los héroes que viven en nuestros corazones. Al principio, nuestros héroes eran personajes puros, ideales, que no pestañeaban en actuar cuando el mal venía. Éramos felices viendo cómo ellos se enfrentaban de una forma romántica a todos los contratiempos, y el bien siempre ganaba. No teníamos dudas que hoy en día nos parecen obvias, tenemos que cuestionar todo, que buscar la lógica de las cosas. Los razonamientos de la mente madura hacen que hoy ya muchos no podamos tragarnos una película de ésas tan épicas. ¿Cómo son nuestros héroes de ahora? Aquellos bañados de realidad. Hoy, un héroe no puede llamarse héroe sin tener un pasado oscuro, algo que le haya influenciado para salir de la gran marabunta gris que también podemos llamar gente normal. Y además el héroe no tiene por qué ser tan bueno. Siempre hay fallos de raciocinio y de proceso, hasta los más bienintencionados se pierden a menudo. Llegados aquí, por cierto... ¿hay un mal? ¿hay un bien? No. Hay una masa borrosa llena de culpas y crímenes, pero también llena de matices y prejucios. Difícil lo tendrían nuestros héroes del pasado para enfrentarse al mal sin que se les tirara encima la mitad de la gente que está en el bando del bien, verbigracia aquellos amigos de lo políticamente correcto. Muchos dicen no, ya no es tiempo de héroes, porque no son lógicos.

Hay escritores que optan por los antihéroes para protagonizar sus historias. Aquellos llenos de duda, decepción, torturados y deformados por la vida harto conocida por todos. A lo mejor no son buenos. Quizá son incluso malos... pero no es culpa suya. Es culpa del entorno. Son monstruos creados por la sociedad que crea el escritor. Una sociedad que en la mayoría de casos se puede equiparar a la nuestra. Los antihéroes no son amables, ni adorables y muchas veces merecen nuestro odio. Y para no exagerar con idealismo, tampoco hacen grandes proezas. Quizás mueren deshonestamente y son detestados por el mundo, pero ya en el futuro (algunos) los amarán por las locuras que han hecho. Los héroes agridulces que podríamos ser nosotros mismos, dado el caso.

Hay quienes deciden no imitar un mundo real y quedarse en la jugosa fantasía de la infancia. Pero, los héroes del pasado tampoco les llenan. Tienen que ser encantadores y románticos, protagonistas de historias conmovedoras en mundos exóticos, pero con un paso un poco más allá. Porque en este caso el escritor también quiere hacer algo más que transmitir emociones y darnos ese agradable calor de estar leyendo un libro emocionante. Quiere que al cerrar las tapas nos quedemos pensando y relacionar eventos virtuales con eventos que quizá son parecidos... en nuestro día a día. Los héroes ya no son tan inocentes ni tan planos como acostumbrábamos. Los escritores nos aburren posiblemente con nuevos pasajes, relacionados con las vidas pasadas de los personajes y sus ambientes, que quizá interfieren con la dulcísima épica, pero que son necesarios para que los entendamos mejor. Para ver por qué hacen lo que hacen. Y sus enemigos también nos son desvelados con lujo de detalles, para que podamos ver que incluso detrás del villano late un corazón. Estas historias son las que nos emocionan hoy en día tanto como lo hicieron los viejos e inocentes héroes que ya se nos antojan muy planos. Y entonces, algunos que leemos nos planteamos: ¿Y si el mundo donde las flores son negras y el cielo rojo fuera el de nuestros días? ¿Y si el héroe indeciso pero plagado de virtud fuera la madre pobre que nos encontramos todos los días en la puerta del supermercado? ¿Y si el príncipe maligno que castiga a sus súbditos fuera...? Los creadores de los héroes maduros se inspiran en algo, amigos.

Con esto sólo quiero invitaros humildemente a pensar un poco más en lo que leemos. A atrevernos a buscarle tres pies al gato e imaginar por qué los escritores que nos inundan con fantasía nos muestran las historias que nos muestran. Opino que todo aquél que quiere entretener, conmover, también quiere, aunque seguramente de forma implícita, enseñarnos algo. Siempre. Hay que ir con cuidado y tener un poco de picardía.

Un saludo a todos,

Salvador Bas